*Imagen enlazada al Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica.
Abundando en qué es la santidad-que no acabamos de entender- robo estas palabras de San Josemaría:
“…Santidad no significa exactamente otra cosa mas que unión con Dios; a mayor intimidad con el Señor, más santidad…”
Por tanto, lo primero que podemos deducir es que necesitamos tratar a Dios, claro que nadie trata a quien no conoce, con lo cual estamos obligados a saltar el primer y más devastador obstáculo: la ignorancia.
Pero es que aunque fuésemos doctos, nada podríamos sin acudir a los sacramentos.
Después, nos aplicamos al trabajo, realizado con la mayor caridad y justicia posible.
¿Acaso no es esa nuestra obligación? Lo es. Pero además de ser una responsabilidad social y servir para ganar el sustento personal o familiar, ponemos la intención de amar.
Queremos amar a Cristo y a los demás con el desarrollo cotidiano de nuestras obligaciones.
Pasa nuestro trabajo a ser cauce, materia y ocasión para ofrecer ese esfuerzo personal que redunda en la salvación de las almas.
Nos hacemos corredentores con Cristo porque sumamos nuestra “miseria” a su sacrificio en la Cruz, adquiriendo así nuestra poquedad un valor infinito. Dios que se hizo Hombre, nos elevó al plano divino-nos endiosó-.
Mantenemos un diálogo interior con el Señor al tiempo que despachamos papeles, planchamos, compramos, descansamos, dormimos, madrugamos…A veces de manera más consciente y cuidada. A veces totalmente distraidos de que real y verdaderamente ayudamos a llevar personas al Cielo sin dejar de implorar nuestra personal salvación.
No me extiendo. Vamos a comentar esto, de entrada.
Termino respondiendo que sí, que también los agnósticos pueden llegar al conocimiento de Dios. Parten desde un nivel más complicado respecto de los que tenemos semejante suerte, pero pueden, por la sencilla razón de que todos somos hijos de Dios y para todos desea el Señor la salvación.
Tinta